Esta es otra historia, intento que sea muy épica:

¿Triste amigo? Si... la prisión es muy difícil amigo, yo lo sé muy bien, he estado prisionero por tanto tiempo..., pero pronto eso acabará. ¿Quieres oír mi historia? Vamos sé que puedes escucharme y entenderme aunque la mayoría no puede, el idioma canino no es muy parecido a los humanos.

¿Te intriga? Te conozco mejor de lo que crees, por eso quiero contarte mi historia, cuando la haya oído sabrás por que estoy aquí, por que te llamo amigo y por que te necesito.

Bien, mi historia comienza hace más de 2000 años, cuando Júpiter aún gobernaba el mundo, al menos el mundo que el conocía. Yo era un aprendiz de Drud, de hombre de conocimiento, si, lo que ahora llamarías mago, pero en nuestra ciencia no había nada de místico, simplemente un conocimiento amplio del mundo, de la naturaleza y sus poderes, que la gente común lo consideraba inexplicable no significa que lo fuera.

Cada aprendiz seguía a un maestro y mi maestro era el mejor de todos, Oflur, "el que caminó con los Dioses", siempre creí que era una suerte enorme ser su discípulo, su guía era inmejorable, hasta el día de mi iniciación. Ese día dejaba de ser aprendiz y pasaba a ser un Drud mediante una prueba, debía luchar contra mi mentor o, de ya conocerlo contra mi adversario, ya que como todo en la naturaleza el equilibrio haría que mi poder tuviera un equivalente contrario. Sin embargo en ese momento no conocía quien estaba destinado a ser mi rival así que la pelea sería contra mi mentor, cosa que me tenía aterrado.

Todos los designios eran buenos, el duelo durante el solsticio de primavera cuando nuestros poderes estaban más en contacto con nosotros, la paz romana evitaba cualquier tipo de problema, los enemigos egipcios y sus Dioses derrotados, afortunadamente ni siquiera tenia que ganar, de locontarrio nunca podría pasar la prueba. Incluso cientos de Druds acudieron a la ceremonia, si cientos excepto el más importante: Oflur.