Anécdotas de la revolución mexicana - Bardruck´s blog

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Thursday, December 2, 2010

Anécdotas de la revolución mexicana


El general Quintanilla era jefe de la plaza de Toluca, le llegó la noticia que sus enemigos los carrancistas estaban a unas horas de distancia, así que se preparó para la batalla, estando ya cerca, reunió a sus soldados y les dijó:

-Muchachos, estamos en las afueras de El Oro y vamos a ocuparlo a sangre y «juego». Háganse leones muchachos, háganse leones. Es lo que pide su general.

Los soldados avanzaron; pero a unos cuantos metros empezaron a recibir el fuego del enemigo. Quintanilla se volvió a su asistente y le dijo:

-Dame los «brújulos» (así llamaba el general a sus binoculares).

El general Quintanilla se pusó a observar. Sus hombres lo observaban. Después de unos diez minutos de estar observando el general creyó que la marca que tenía en el aro que sostiene los cristales, era un apunte del número de hombres que estaban esperándolos. Alarmado, pues la marca era 14 007, se volvió y empezó a correr mientras exclamaba:

-Muchachos: son catorce mil siete los carranclanes; lo acabo de descubrir con mis «brújulos». Vámonos... vuélvanse liebres...


Cuentan que el general Caballero quiso mover sus tropas en un tren pero por más que dictaba órdenes, la locomotora no se movía. Indignado, llamó al maquinista:

-¿Por qué no camina la máquina? Lo voy a mandar fusilar a usted.

-Señor -respondió el maquinista- yo no tengo la culpa. Los inyectores...

-Ah, son los inyectores. Pues que una escolta baje a ésos y los fusile inmediatamente.


Cuentan que don Venustiano Carranza era tardado para hablar. En una ocasión Carranza había llegado a un humilde pueblo de Coahuila cuando se detuvo el convoy en que viajaba y los indígenas de los alrededores salieron a ver, cuando ya estaban reunidos, el señor Carranza empezó:

-¡Pueblo, nosotros hemos venido luchando por la libertad en un largo período; nosotros estamos dispuestos a seguir luchando en pro de los ideales de la revolución los oprobiosos yugos...!

Entonces Carranza se calló, pues no le acudían las palabras. Entonces uno de los indígenas exclamó humilde y resignado:

-No «señor»: los yugos ahí los tenemos, lo que se llevaron fueron los bueyes...

La interrupción fue tan oportuna como molesta para los señores que rodeaban al jefe Carranza, pues entre ellos había muchos que habían sacrificado millares de bueyes para vender los cueros en los Estados Unidos.


Los soldados no tenían respeto para los civiles, especialmenete a Carranza aquel señor que nunca combatía y que sin embargo era el jefe supremo de todas las fuerzas revolucionarias. Así que para mejorar su imagen Carranza pidió un uniforme, Pancho Serna, un cantinero consiguió uno azul, de paño, con botones adornados con águilas prusianas, es decir de dos cabezas, muy raro y vistoso.

Cuando el señor Carranza visitó a Villa, el ranchero se fijó en las águilas y, con tono socarrón, le preguntó al señor Carranza:

-¿Esos zopilotes de dos cabezas son japoneses? Porque lo que es yo no los he visto volar en el monte en toda mi vida.

Estas y más en la biblioteca virtual del español y la imagen es de Ser maestro hoy

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