“La única razón para que Dios inspirara la Biblia era su deseo de que los creyentes tuvieran sus palabras reales; sin embargo, si en verdad hubiera querido que esto ocurriera, parecía indudable que entonces habría hecho que se preservaran intactas milagrosamente, del mismo modo en que, en un primer momento, las había inspirado milagrosamente. Ahora bien, en vista de que era un hecho que Dios no había preservado sus palabras, la conclusión que parecía ineludible era que seguramente tampoco se había tomado la molestia de inspirarlas.”
Tomado de “Jesús no dijo eso”
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